El acondicionamiento físico demanda preparación del cuerpo para una actividad posterior más intensa, con el fin de alcanzar un mayor rendimiento y prevenir lesiones. Antes de emprender cualquier actividad física, como hacer ejercicios por placer, dedicarse profesionalmente a una competición o, simplemente, buscar alto rendimiento deportivo, calentar es indispensable. Considerando estas prácticas como complemento para una vida sana.

Calentar mejora la coordinación, evita lesiones y fundamentalmente favorece la contracción muscular.

Existen unos parámetros indispensables para el calentamiento, entre los que se destacan: intensidad de la actividad, edad de los participantes, tipo de deporte, nivel de condiciones físicas, clima y tiempo de ejecución.

El calentamiento prepara la musculatura y el sistema cardiorespiratorio (corazón y pulmones). Primero se aceleran los latidos del corazón causando mayor afluencia de sangre por todo el cuerpo; después aumenta la ventilación y se favorece la adecuada oxigenación de los músculos implicados en la tarea.

De esta manera se consigue mejorar la contracción muscular y por tanto su eficacia. Como todos hemos experimentado al ejercitarnos, si se elimina el calentamiento y pasamos del reposo a una actividad brusca se pueden producir desgarros o cualquier otro tipo de lesiones.

Está claro que el calentamiento cambia según la actividad que se va a realizar, pero hay una serie de principios que suelen ser comunes a su práctica.

1. ORDEN: todo calentamiento tendrá una estructura prevista, a la que deberá ceñirse el practicante, con objeto de no olvidar ninguna parte del trabajo.
2. PROGRESIÓN: se buscará en el calentamiento un incremento paulatino de la intensidad, tanto con cada ejercicio, como en la totalidad de la rutina realizada.
3. FLUIDEZ: debe tener continuidad, una amplia gama de ejercicios sin pausas repetidas, lograrán esta característica. Es clásica la imagen del sujeto parado entre un ejercicio y otro por falta de atención o de conocimiento de ejercicios adecuados. 
4. ESPECIFICIDAD: cada calentamiento tendrá las particularidades de la actividad de referencia para la que se caliente, tanto en lo referente a intensidad, como a la mayor atención de determinadas regiones corporales. 
5. TOTALIDAD: sin contradecir el principio anterior, todo calentamiento tratará el organismo como un todo, de manera que aunque preste especial atención en un ejercicio a las regiones implicadas, se atenderá todo el organismo con el resto del calentamiento.
   

Ilustrando la manera ordenada y adecuada de un calentamiento, se consideran las fases previas a seguir por cualquier atleta:

• Ejercicios de movilidad articular: movimiento de todas las articulaciones (tobillos, rodillas, caderas, hombros). Incidir en las articulaciones que soportarán mayor esfuerzo. Hacer círculos, balanceos, giros de los segmentos articulares. Series de 4-5 ejercicios con 8-10 rotaciones.
• Ejercicios de flexibilidad: continuamos con la elasticidad muscular (gemelos, cuádriceps, isquiotibiales, aductores, pectorales). Series de 5-6 ejercicios de 10-15 segundos cada uno. 
• Ejercicios de resistencia: con carrera suave y ejercicios que activan el sistema cardiovascular. El trabajo puede hacerse muy variado, con diferentes pasos de carrera (adelante, atrás, lateral, rodillas arriba, zigzag, con balanceos de brazos, entre otros) y durará normalmente entre 5 y 10 minutos. 
• Ejercicios específicos: orientados a la técnica de ejecución. Particulares de la actividad deportiva; en el caso del futbolista: toque suave con el balón, pases a cortas y medias distancias, etc. Van dirigidos a la actividad en concreto y se debe llegar a una intensidad alta en su ejecución, casi igual a la del partido.
  

En conclusión, el conjunto de actividades o ejercicios preliminares, de carácter general, previos a la actividad física y cuya exigencia del esfuerzo sea superior a la normal, debe tener presente el calentamiento con el fin de disponerle para un máximo rendimiento.